Presentación OjoZurdo 1

Presentación


Una revista socialista para el Perú de estos tiempos. La idea puede parecer extraña, o ser vista como anacrónica y desfasada. Sin embargo, quienes impulsamos esta aventura editorial pensamos que responde simplemente a una necesidad intelectual y política, en un medio marcado por la ausencia de debate y la hegemonía del sentido común neoliberal impuesto en el país durante las últimas décadas. Las páginas de Ojo Zurdo expresan una responsabilidad bastante precisa: contribuir a la refundación de la izquierda peruana, dando vida a un medio para el debate político cultural que propone, explícitamente, la urgencia de recuperar los vínculos entre acción intelectual, quehacer académico, creación y política militante.       

Una filiación y una fe

No buscamos crear un medio para hacerle propaganda a un discurso, o para difundir fórmulas preconcebidas. Más bien queremos aportar, desde una mirada que reivindica el horizonte socialista, a discutir en voz alta los problemas y opciones de futuro del país. Buscamos confrontar, de ese modo, la asfixia que acompaña la monotonía del discurso único, así como la falta de discusión y debate público sobre el país, sus dilemas y perspectivas.

Más que respuestas tenemos preguntas. Las nuestras provienen de una filiación y una fe claramente distinguibles: Compartimos la terca esperanza en la capacidad humana de luchar y construir nuevas opciones de futuro, mejores que las ofrecidas por un capitalismo globalizado que reproduce viejas injusticias, instaura nuevas inequidades y está destruyendo aceleradamente el planeta en que vivimos. Un capitalismo globalizado que condena a millones de personas a ser parte de las estadísticas de la llamada “pobreza estructural”: Aquella que, según los propios  economistas neoliberales, corresponde a quienes no tienen más opción que subsistir en la miseria y exclusión. 

No alojamos la esperanza mencionada líneas arriba en la constelación de las ideas o el discurso que gira sobre su propia retórica. Sería una opción ilusa y lejana. Apostamos por construirla en el camino de las luchas populares por igualdad, libertad, mejores condiciones de vida y auténtica democratización del orden existente. Entendemos la lucha por nuevas opciones de futuro como proceso de cambio social real, concreto, cotidiano. Asumimos la acción política e intelectual en el marco de ese proceso colectivo; es decir, como parte de las luchas sociales por la transformación del orden existente.

Toda esperanza en un proyecto colectivo requiere situarse en el rumbo de las posibilidades de cambio que muestra la realidad en movimiento. Toda teoría viva requiere arraigarse en dichas posibilidades, al margen de la retórica vacía y de cualquier nostalgia por el pasado. Nos impulsa, por ello, el optimismo que proviene de la movilización social encarnada en nuevos sujetos colectivos, anhelos de otro futuro y luchas democratizadoras de raigambre popular. Luchas que expresan las posibilidades reales de un nuevo sentido histórico en el país y el mundo.

Luchas sociales, neoliberalismo e izquierda

Ojo Zurdo sale a luz porque en el Perú actual, a pesar de la hegemonía neoliberal, vivimos momentos de cambio y búsqueda de otras alternativas de futuro. Nuevas luchas sociales, impulsadas por movimientos sociales en plena conformación, dan cuenta de transformaciones profundas en nuestra sociedad. Sin embargo, aún no conocemos suficientemente la naturaleza ni el sentido de tales cambios, pues se encuentran en pleno desarrollo y, además, ocurre que buena parte de las ciencias sociales peruanas se encuentran alejadas del interés por aportar al conocimiento crítico. En este contexto, la edición de Ojo Zurdo adquiere toda su dimensión y alcance, en tanto aventura intelectual y política que vale la pena empujar. Es que debido al dominio del discurso neoliberal, la creación y el pensamiento críticos se encuentran relegados en el país. Hacen falta nuevas voces, otras miradas, otros caminos…     

Desde la década de 1990, el fujimorismo -el régimen autoritario más corrupto de nuestra historia republicana-, impuso en la sociedad peruana el modelo neoliberal vigente de acumulación y desarrollo. Así, las luchas populares reflejadas en demandas por tierra, educación, salarios, vivienda, salud, mejores condiciones laborales y otros derechos fundamentales, fueron derrotadas junto a la izquierda vinculada a ellas. No se trató de un éxito automático ni exclusivo del gobierno fujimorista. Por el contrario, fue gracias al retroceso de las luchas populares -en  medio del vendaval de crisis económica, guerra interna y desarticulación social, especialmente graves en las décadas de 1980 y 1990- que el neoliberalismo logró imponerse y resultar “exitoso” en sus propios términos.

En dicho escenario, la izquierda, completamente desorientada por la ausencia entre sus filas de una noción democrática de la política y el anhelo de la revolución, contribuyó en cierta medida a ese desenlace. Desde fines de los 80s, la izquierda peruana se vio fragmentada y deslegitimada, en medio del colapso de toda la clase política y el resto de partidos existentes en el país. Se agravó así el desencuentro entre las demandas populares de cambio, progreso y desarrollo, y una izquierda política que dejaba de canalizar y representar dichas expectativas. 

La nefasta herencia de Sendero Luminoso contribuyó en gran medida a ese panorama. La guerra interna vivida en el país durante las dos décadas finales del siglo XX, fue uno de los momentos de violencia más terribles ocurridos en la historia nacional. Al menos setenta mil víctimas estimadas por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, así como más de medio millón de desplazados, evidencian la tragedia ocurrida y revelan las condiciones de una sociedad de posguerra en la cual el autoritarismo fujimorista y el neoliberalismo pudieron imponerse.

El colapso del régimen fujimorista dio paso a una débil transición democrática. Todos los gobernantes elegidos desde entonces optaron por mantener al pie de la letra el rumbo neoliberal. En ausencia de amplios movimientos de contestación social, así como de una izquierda social y política organizada, los gobiernos de Toledo, García y Humala adoptaron la ruta del “piloto automático” y la teoría del “chorreo” del crecimiento económico. Así, el Estado peruano ha continuado al servicio de intereses privados, dejando de lado su obligación de representar a todos los peruanos.

El “exitoso” modelo neoliberal peruano, respondió a una coyuntura de crecimiento basado en el impulso a la explotación de materias primas para exportación (sobre todo minerales), junto al incremento del consumo interno y el sector terciario (comercio y servicios). El dinamismo económico asociado a dicha coyuntura, se reflejó también en el despegue de algunas actividades  comerciales y productivas no tradicionales. Asimismo, se conformaron nuevos sectores sociales ascendentes (nuevas clases medias y populares en plena movilidad social). Sin embargo, el “modelo peruano” sigue reproduciendo fuertes desigualdades, enormes inequidades en el beneficio del crecimiento, nuevas formas de saqueo territorial en pos de recursos primarios, mayor informalidad e ilegalidad en los distintos ámbitos de la vida social, y una nueva estratificación social que arroja a sus víctimas -los dominados y excluidos de siempre- al nicho de la llamada “pobreza estructural”.

A pesar de ello, el neoliberalismo a la peruana parece gozar de buena salud, gracias a la influencia de la tecnocracia encaramada en el manejo estratégico del aparato público, así como al control de los grupos empresariales y sus operadores políticos sobre las decisiones de Estado. La democracia, limitada apenas a su dimensión electoral, parece un simple ritual de traspaso más que un mandato de gobierno. Una muestra patética de ello es la “gran transformación” del régimen de Ollanta Humala. Después de ganar las elecciones con un significativo respaldo popular, dejó atrás sus promesas de “gran transformación” y “hoja de ruta”, las cuales acabaron desplazadas por el “piloto automático” neoliberal. La retórica de “inclusión social” adoptada por el régimen nacionalista, resultó insuficiente para lavarle la cara. Ollanta Humala será recordado por su traición a los votos populares y a sus propias promesas electorales, de las cuales se olvidó una vez en el poder como por arte de magia. No debemos olvidar que la propia izquierda, o más bien una parte de ella, lamentablemente se dejó engatusar por el humalismo, al cual apoyó para luego ser expulsada del gobierno.

Las últimas elecciones y el Frente Amplio

El Frente Amplio representa la posibilidad de una refundación autónoma de la izquierda peruana. De allí la importancia de su reciente desempeño electoral. A pesar de un contexto adverso, de la carencia de recursos y de su propia debilidad orgánica, logró un importante respaldo, quedando cerca de pasar a la segunda vuelta y disputar el poder con el neo fujimorismo. El liderazgo de Verónica Mendoza, la valentía de su discurso explícitamente izquierdista y antineoliberal, así como las circunstancias fortuitas de la coyuntura electoral, pueden explicar dicho resultado. Se trata, sin lugar a dudas, de un avance significativo, pues en el futuro inmediato la izquierda –con el Frente Amplio como tercera fuerza electoral del país- asumirá el rol de oposición al futuro gobierno y al continuismo neoliberal.   

Esta posición implica un desafío de dimensiones históricas, porque el Frente Amplio tiene el reto de reconstruir a la izquierda como un actor político protagónico en el Perú. En adelante, además de su rol como oposición ante el nuevo gobierno de derecha que asumirá funciones el 28 de julio, el Frente Amplio requiere consolidarse como alternativa política capaz de expresar  expectativas e intereses de cambio. Es un tiempo de construcción y esperanza. De reencuentro desde y con el pueblo, en la tarea de arraigar un proyecto colectivo, auténticamente democrático, construyendo unidad desde abajo, desde el compromiso concreto con las luchas y demandas populares. ¿Estaremos a la altura de los  retos que este escenario nos plantea?    

Otra historia es posible

Los profundos cambios del mundo contemporáneo plantean el reto de discutir críticamente otros horizontes de futuro, capaces de convertirse en alternativas al capitalismo neoliberal. La disputa por construir dichas alternativas constituye una tarea ardua, aunque urgente en las próximas décadas. El capitalismo clásico, sustentado en la proletarización incesante de la fuerza de trabajo, está cediendo paso a nuevas formas de control global sobre los territorios, los Estados, los mercados, la fuerza de trabajo y las personas. El escenario inmediato parece signado por la incertidumbre que acompaña el “cambio de época” de la globalización y el reinado del capital especulativo transnacional.

Sin embargo, el propio rumbo incierto de la globalización capitalista, deja un amplio margen para pensar en otras alternativas de futuro. Para pensar que la democracia, la libertad, la defensa de derechos y de la vida suponen recuperar la dimensión de lo público, de lo colectivo y de lo común. Para pensar que la democracia y la socialización del poder y de lo público, pueden permitir el encuentro entre igualdad universal y libertad individual, entre derechos ciudadanos y diferencias que nutren la vida social. Para pensar que no es inevitable el agotamiento del planeta, puesto que la lógica capitalista orientada a destruir la naturaleza puede ser transformada por otras formas de desarrollo, crecimiento y progreso, que aseguren la continuidad del medioambiente global y sus recursos. Para pensar que el conocimiento y la racionalidad humana no se agotan en una sola experiencia -la de Occidente y el eurocentrismo-, sino que pueden abrirnos las puertas a la complejidad y diversidad de múltiples trayectorias históricas. Para pensar que los caminos de la historia y de las luchas por su transformación no se encuentran predefinidos o agotados, como hace poco quisieron hacernos creer algunos profetas neoliberales y conservadores, sino que dependen de nuestra propia capacidad de acción.        
 
En ese rumbo, las páginas de Ojo Zurdo buscan aportar, con toda esperanza y con todo realismo, a seguir discutiendo las posibilidades de otro horizonte histórico y otra izquierda, con explícita filiación y fe socialista, para el Perú de estos tiempos.

Perú, Junio de 2016








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